martes, 2 de junio de 2015

Donde habite el olvido (L. CERNUDA)

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo solo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.


El viento lo arrastró todo a su paso (otra de sueños)

Tras tanto tiempo, tu sonrisa protagoniza todavia mis sueños más dulces, y las palabras que lleva el viento le hacen compañía. Maldigo la efimeridad del tiempo y maldigo mi búsqueda inacabada de tus cabellos suaves y tu pálida tez que parecen haberse fundido en este sol de primavera. Todavía te quiero, todavía te extraño y no cesaré en mi búsqueda, fuiste la persona más importante de mi vida y la única que conseguía hacerme llorar de alegría, algo que nunca había experimentado y que alimentó a las mariposas de mi estómago; ahora ya desfallecidas, pues no te encuentran, pues ya no buscan a un falso amor con quien revolotear, solo a ti.
Y tenías que ser tú, joder. Qué bonito es cuando alguien te demuestra amor incondicional y qué duro es cuando se marcha..  

Y es a tí, al único que necesito abrazar.

Y es a ti a quien extraño: a tus mentiras, a tus verdades y a tus tardes.. ¿o es a mi? A mis risas, a mis llantos y al verano juntos..
Lo que tengo claro, es que me falta, ya no sé que, ya no sé como, ni quien siquiera.. Lo único que sé, es que eres único, y yo contigo; sé que nadie consiguió sacarme una sonrisa tras otra, ni tanta felicidad, y eso es indescriptible.
Pero también te echo de menos ¿sabes?, no soy de hierro, lo siento, no lo soy, y te quise, hostia, como a nadie antes.. y todavía conservo tus fantasmas en mis sábanas, en las canciones, tras cada frase, esperando a herirme poco a poco..
El espectro de tu olor rodeando mi cuello. Pero no es lo mismo si tus labios no me rozan dulces como el néctar, si tu sonrisa no hace palidecer al alba al momento de levantarnos y tus ojos no susurran te quieros en mi oido cada noche.

Ahora solo quedan los paseos a oscuras, con la luz encerrada en mi puño, temblando por no querer salir; el frío azotando a mi cordura, y los almendros de primavera de aquél camino que solías enseñarme día tras día. n preciado de su amor; no me hagas soportar más tu lluvia fina, porque así solo consigues que las lágrimas no pasen desapercibidas, y por favor, menos caricias de flores de cerezo blancas como su tez, o como la nieve, acariciando mi mejilla, enredándose en mi pelo y ensortijándolo a su antojo, no quiero ninguna muestra de amor, de odio, de nada, solo le quiero a él, y ¿no te basta solo con arrebatarmelo sino que encima me haces revivir todo día tras día?

A aquél que un día me hizo feliz, muchísimas gracias. (Fragmento de una carta personal)

Fuiste la persona a la que más he querido en toda mi vida, y todavía , cada noche sueño contigo, con los recuerdos que tengo grabados a fuego, y cada vez que amanezco, espero, tras varios meses, que todo hubiera sido una pesadilla.
Tus ojos llorosos diciéndome adiós son algo que nunca podré borrar. Tampoco el remordimiento de no haber luchado por ti a tiempo.
Te quiero, y me temo que esto será siempre así, puesto que al marcharte te llevaste gran parte de mi alma. Todo me recuerda a ti, a tus besos, a todas y cada unas de las noches que pasamos juntos, a las caricias y risas compartidas.. en fin, ya te haces una idea.
No sé, tan siquiera, como empezar a agradecerte todo lo que hiciste por mi, cada lágrima que recogiste, cada bronca que aguantaste sin necesidad, .. no encuentro, además, palabras suficientes para disculparme por ello.
Vivir con la carga mental de haberte herido es algo que duele más con el paso de los días, no soy capaz de afrontar la mala persona que fui al hacerle tanto daño a una persona tan maravillosa.
Me disculpo sinceramente, porque una estúpida como yo, que echó a perder tantas y tantas oportunidades, no merece tu perdón ni esa segunda opción rogada tantísimas veces. No sabía como decirte todo esto, así que te lo digo ahora, a riesgo de parecer patética.
Mereces ser feliz, y espero, que algún día encuentres a alguien que te quiera tanto como yo lo hago, pero en cambio, que sea merecedora de tu cariño.

Lo siento por todo, espero que nadie, nunca más te borre esa sonrisa de la cara.

'Al final te lo montaste de cine.. pero duele igual'.

'Vomité mi alma en cada verso que te dí' cantaba Robe. Nunca entendí esa frase, nunca hasta el día que decidiste marchar. Entonces solo me quedaban lágrimas y presión. La presión en mi cabeza, las colillas del cenicero y este vacío que no permitía respirar.
Y pasaban las horas, los días, y el hambre no volvía a mí, ni el sueño, ni siquiera podía pensar con claridad, solo notaba el cansancio y su peso, pero mis ojos no conseguían cerrarse más de dos minutos. Cogí el ordenador, y con lágrimas en los ojos empecé a escribir, al fin y al cabo 'tenía alma de poeta', de poeta viejo, cansado, harto de la vida, con la voz y el corazón rasgados.
Y sólo paseaba, o deambulaba más bien, por las calles. El frío me rozaba las mejillas y al menos así volvía a sentir algo que no era dolor. Llegaba a casa y a la única luz tenue de la pantalla del ordenador las letras me hacían el amor. Pero era un amor sordo y frío como el hielo, pero excitante y adictivo. Y así el montón de cenizas aumentaba y con ello mis ojeras.
Pasaban los días y no llegaba aquél en que supuestamente, aparecerías por la puerta, feliz como solias con un libro en la mano y una sonrisa en la boca. Tus ojos brillando de felicidad y mis lágrimas transformadas tras mucho tiempo en algo emotivo a la vez de bonito y no triste y oscuro como en realidad ocurria. Y temblaba, y miraba una y otra vez la puerta, y la desesperación mientras tanto se reía en mi cara.
La nostalgia se acurrucaba cada noche a mi lado, y su gélido abrazo me congelaba los huesos, ni siquiera el calor de las lágrimas podía con ella. Y lloraba a moco tendido, y ella me arropaba.
El ordenador seguía ahí, tú no llamabas, yo moría. Te echaba de menos, y no había huevos para tratar de negarlo. Y ni un mensaje, ni una palabra, sentía el engaño acechando mi cabeza, y el tiempo que pasamos juntos volvía a mi con él, y dolía, cómo dolían aquellas imágenes. Y es que me decías te quiero, y yo te creía, y así pasó el tiempo, sin darnos cuenta, y de una, desapareciste sin más. Ya no sé cuanto tiempo había pasado por entonces, quizás días, o semanas, o incluso meses, no sé, solo era un sinvivir. Qué iba a saber un muerto sobre tiempo. Quizás me volví dependiente del calor que desprendías, quizás me enamoré de cada uno de tus lunares, quizás.. quizás solo era cuestión de días que la locura hiciera mella en mí. Te buscaba por cada una de las calles de nuestra ciudad, paseaba por ellas buscando recuerdos a tu lado, parecía un yonky con mono de, bueno, de cualquier droga. Pero ese era el problema, tú no eras cualquiera, eras la droga, y me empezaba a dar cuenta. No volvías, y no lo aguantaba, no podía aceptar que simplemente te hubieses marchado así, no podía, era superior a mis fuerzas. No podía creer que la misma persona que me hizo amar un día la vida, al día siguiente desapareciese sin dejar rastro. El único que dejó fueron los recuerdos de mi exhausta mente y el olor impregnado en la almohada. Cada noche me abracé a ella, como si no hubiera nada más, esperando alguna especie de milagro; como si en su lugar algún día estuvieras tú y no esta vieja almohada que a lo único que huele ya es a fracaso y a alcohol.
Recuerdo que releia tus mensajes, una, otra y otra vez, y me preguntaba qué hice mal. Cada vez encontraba más fallos, tu recuerdo me poseia, no podía vivir más así.

Pensé en cometer muchas locuras, innumerables, pero no hice nada, porque recordaba una promesa que te hice, una noche, en la cama, entre mimos y caricias, me dijiste que no podrías soportarlo y yo te lo prometí.. Claro que también me dijiste que esto no pasaría. Lo peor de cuando una relación así acaba es el qué hacer, las dudas de como retomar tu vida, qué hacer con los sueños que un día tejisteis en futuro. Qué hacer si tú no regresabas.

domingo, 7 de abril de 2013

En cuanto la rutina empiece

En cuanto la rutina empiece todo habrá acabado, no podré ver esa sonrisa que se dibuja en tu cara, esos brillantes ojos castaños, ni como no a más gente que he conocido estas vacaciones. No es un adiós definitivo, ni mucho menos, pero poco a poco nos iremos distanciando hasta acabar  tal como empezamos, como dos extraños.

Recuerda..

-¿Recuerdas aquella sensación?
-¿Cual?
-La de enamorarse, esa sensación que te hacía morir cada vez que le veías pasar, acercarse, u oler su perfume embriagador. La misma que te hacía derretirte en sus labios cada vez que te besaba, la que hacía que ardieras en deseo con el roce de su piel. La que en los días helados lograba que entraras en calor con el tacto de sus manos sobre tu piel, que te aislaba del mundo tan solo con una de sus miradas, que te hacía ser la persona más feliz de este mundo en el momento que lograbas sacarle una tímida sonrisa, la que cuando todo acababa te destrozaba por dentro, pero que conseguía su vez que esos recuerdos, que viviste bajo su hechizo fueran únicos e irremplazables. 
-Sí, la recuerdo, la echo de menos.. Igual que a aquella persona que la hizo surgir de la nada.